La aproximación a los nudos críticos más relevantes
de cualquier especificidad problemática susceptible a una investigación
científica, resulta de por sí una tarea comprometedora; más aún, si se trata de un constructo de las
ciencias sociales coligado a la producción de saberes y marcado por la
diversidad/complejidad del pensamiento en tiempos de incertidumbre. En este
caso, el reto intelectual que nos ocupa pasa por la elaboración de un ensayo en
el área de las Ciencias de la Educación, cuya finalidad consiste en expresar un
aporte significativo al conocimiento y en la cual pueda mostrarse la
independencia de criterio del autor en relación a la temática seleccionada
(Art. N° 67, Reglamento de la Universidad Bicentenaria de Aragua; 2000) Todo
ello, en concordancia con una determinada línea de investigación a la luz del
estado del arte y de la cuestión.
El
eje de repensamiento seleccionado, en este caso- corresponde a la perspectiva hermenéutico-interpretativa
aplicada a la gestión pública educativa venezolana en la era democrática. Se
trata de estudiar en términos generales la filosofía y políticas de la
educación venezolana desde las implicaciones de la racionalidad política en
movimiento, así como en la contextualidad y alcances del denominado desarrollo
sustentable o sostenible. Concretamente, el supone la propuesta de un recorrido
histórico y político-social de lo educativo, a partir de sus redes críticas más
significativas para el
diseño de una palabra himbricada de dos conceptos; Política y Educación que da como resultado Politieducación.
diseño de una palabra himbricada de dos conceptos; Política y Educación que da como resultado Politieducación.
El
punto de partida de la aproximación gnoseo-epistemológica, se centra en una
visión global o macro de la situación
problemática de los sistemas políticos y educativos (Politieducación), como
factores sociales se destacaron las orientaciones programáticas y operacionales en sus ámbitos normativos,
metodológicos y prácticos, referidos o delimitados a las políticas públicas
educativas. Igualmente, se hizo énfasis
acerca del rol del docente como agente clave de estos procesos de producción de
saberes y aprendizajes sociales. De allí, que los aportes de la Pedagogía
Política fue esencial en la estructuración referencial del ensayo.
Adicionalmente, el estudio muestra la orientación político-estratégica de los
planes de la nación desde 1958 en lo atinente a planificación y gestión
educacional. Bajo el método aduptivo que permite la descripción de los hechos.
En
este contexto, el análisis de la crisis de los sistemas tecnoformativos
escolares y la pertinencia de los diseños curriculares son parte del objeto y
el escrito. Por supuesto los documentos oficiales, leyes, discursos y programas
de gobierno en la era democrática, conformaron unidades de análisis para el
proceso de la razón de saberes previos.
Dentro
de este espectro, la definición de las políticas educativas se vinculó a la
idea del desarrollo, cuyo estudio fue abordado en el sentido no sólo de los
indicadores socioeconómicos ligados al bienestar, sino en su acepción de
bienestar y calidad de vida de la sociedad; del ser humano. En este contexto se
inscribe la propuesta del desarrollo sustentable, visto como marco de
orientación que toma en cuenta las interrelaciones ecológico- profundas (Capra,
1992 citado en Méndez 2010) que le asignan pertinencia a la vasta complejidad
social.
Si bien es evidente, que la
educación no es en sí misma un factor determinante en el logro del desarrollo
económico y que requiere de un entorno
más amplio y favorable para lograr objetivos relacionados con el nivel de vida
(Lesourne, 1993) es indudable que ejerce un impacto de primer orden en tanto
ordenamiento de la racionalidad política. Esa es su fuerza preformativa, más
que la visión general que tiende a interpretarla –por razones vinculadas al
ejercicio del poder- en el marco de la práctica técnica; como racionalidad
técnica. De esa manera, se disfraza el sentido de lo educacional, en la medida
en que se tienden a confundir –en este escenario- problemas políticos con
problemas técnicos (Politieducación).
En
este mismo orden, se propone el constructo Politieducación como engranaje
teórico que permite mostrar los enlaces entre educación y política. En otras
palabras, se trata de lo mismo, como diría Paulo Freire. Una parte expresa a la
otra; el régimen de ordenamiento social al cual responden es el mismo.
En lo que respecta a la
caracterización del objeto de estudio, se estructura un resumen cuadricular en
el cual se definen los criterios y los atributos
más relevantes considerados en la aproximación a la situación problemática y
sus alcances.
NUDOS CARACTERIZADORES POLITIEDUCATIVOS
TÍTULO:
Las Políticas Educativas.
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TEMA:
Nudo Critico.
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OBJETO
DE ESTUDIO: Educación y Política.
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ATRIBUTOS
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CUALITATIVOS
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CUANTITATIVOS
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El
fenómeno educativo como dirección, conducción y transformación social.
El fenómeno
político como poder transformador de la sociedad.
El
desarrollo de las sociedades como resultado de las políticas públicas.
Grado
de impacto de las políticas educativas en Venezuela durante los gobiernos
democráticos.
Nivel
de Desarrollo Sustentable alcanzado en Venezuela como consecuencia de las
políticas educativas.
Grado
de bienestar y calidad de vida del venezolano.
|
Cobertura
de sistema educativo.
Cobertura
de los sistemas políticos en cuanto a descentralización educativa.
Porcentajes
de financiamiento del sistema educativo.
Indicadores
educativos más importantes durante
los gobiernos democráticos.
Indicadores
de logros educativos
Índice
de Desarrollo Humano.
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Constructo
epistémico:
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Politieducación
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Nota: Méndez (2013)
Con relación a los nudos caracterizadores, la
complejidad de la sociedad informacional posmoderna, ha abierto nuevos
escenarios y transformaciones. Estos cambios –delineados en la insurgencia de una nueva generalidad: la
sociedad del saber- establecen nuevos marcos de referencia y ambientes de
aprendizaje, así como impulsan permanentemente transformaciones en la realidad
vivencial humana. De allí que asistimos a nuevos encuadres de orden conceptual,
filosófico, más allá de los factores preeminentes del discurso moderno. Se
trata de una nueva visión de lo real vivido (socioestructural) y lo real soñado
(sociosimbólico).
Por tanto, un mundo altamente
complejo como el actual, expresa una profunda crisis, en la medida en que los
grandes relatos que dieron consistencia al pensamiento científico han sido
colocados en suspenso. El criterio de la verdad, que sirvió de marco de
referencia en la razón teológica como salvoconducto para la salvación del
hombre y que se constituyó en fundamento de la cientificidad moderna, tiene
serias dificultades tanto para “mostrar” como “de-mostrar” la realidad emergente de connotaciones
apocalípticas. De una parte, la imagen del mundo expresa la promesa del
bienestar; de otra, el malestar de la pobreza y el desencanto. La sensación de
triunfo –la ética triunfante del nuevo capitalismo- y fracaso –hambre,
delincuencia, exclusión social; entre otros- nos agobian en tiempo real, a
pesar de los nuevos avances tecnológicos y la globalización cultural. La crisis
parece ser el signo de la bestia en nuestras frentes.
Por otra parte, (Tenzer citado en
Chacon 2012) señala: “estamos viviendo una crisis de inteligibilidad que no
significa otra cosa que los ciudadanos de una nación no comprenden el mundo en
que viven, su significado y sus valores y están desprovistos de referentes” (p.39).
Para Hopenhayn (2005) esta crisis
paradigmática de las ciencias
sociales en su conjunto -y del contenido
utópico que éstas conllevan- se define tanto en su inteligibilidad como en su
organicidad. En cuanto a la inteligibilidad, por la pérdida de la vigencia de
tres importantes paradigmas que rigieron la investigación social desde los años
´50 hasta mediados de los ´70: el cepalismo, el marxismo ortodoxo y el enfoque
dependentista.
Esta
crisis para el siglo 21 también se expresa en los estilos de abordaje de lo
real, dada la incapacidad de captar la creciente complejidad de lo real con las
herramientas cognoscitivas previamente consagradas; vale decir, caracterologías
y fenómenos nuevos en cobertura y contundencia; se les analiza e investiga con metodologías
sincrónicas, sin tomar en cuenta la evolución del objeto de estudio. Esta
visión cierra el espacio a toda perspectiva integradora del saber; a toda
pulsión holística del acontecer
investigativo.
Por
otra parte, es evidente que la revolución científica-técnica ha marcado una
determinada pauta de transformación social, con base en una nueva noción de
subjetividad. En ese escenario, juegan fuerte las variables políticas, en la
medida en que se posicionan nuevas reglas de ordenamiento del poder mundial que
interpelan los fundamentos filosóficos y científicos de la vida moderna. Podría
decirse que se asoman allí las tensiones de fuerza del nuevo capitalismo que
pulsan por redefinir o reajustar los modos de producción de saberes
establecidos. De modo que la educación –que es ratio política en movimiento-
constituye el eslabón más marcado por los reajustes estructurales que se
imponen como estrategia de dominación político-cultural. Todo se trastoca entonces;
todo se coloca a revisión. En ese orden argumental, Toffler (1995) señala: “el
nuevo conocimiento, soportado en la ciencia y las tecnologías ultramodernas, ha
dado la vuelta al mundo que conocíamos; ha sacudido los pilares del poder que
le mantenían en su sitio” (p.535).
Tanto
es así, que las persistentes ideas del cambio y la transformación social en
estos tiempos de globalización revolucionan casi todos los órdenes a nivel
mundial. Al respecto el mismo autor (1995) expresa: “desde la vida empresarial,
laboral, científica, política, social; hasta tocar al hombre en una de sus
actividades necesarias: la educación” (p.26). Esta afirmación muestra la
situación problemática cuando, de manera taxativa, delinea un panorama confuso,
complejo y conflictivo con asomos de comportamientos signados por lo disímil y
lo heterogéneo.
En
lo colectivo, las sociedades actuales han sido testigos de conmociones
violentas para deponer regímenes autoritarios y a la par ocurren revoluciones
pacificas para cambiar gobiernos; pero contradictoriamente, en lo individual en
las grandes urbes el ciudadano parece estar inmerso en la modalidad del “nada
me importa”. El objetivo predominante parece consistir en obtener -así no se
logre- un bien material a costa de lo que sea.
Esta premisa de naturaleza moral, hace que el ser humano refleje la
impresión de estar bloqueado éticamente a toda posibilidad de ser y de
autorrealización.
También, los modelos políticos
basados en el discurso de la pluralidad,
diversidad y heterogeneidad como catalizadores de una nueva ciudadanía, sólo
tendrán sentido para el ciudadano común –en el contexto de esta visión de
crisis- en la medida en que centren sus estrategias de gestión pública en el
ser humano; en sus necesidades y aspiraciones; en los requerimientos
sustantivos de su vida cotidiana y en los enlaces con su entorno social.
El
cambio de poder aludido por Toffler, radica en el conocimiento; en su
transformación y producción constantes. Ello supone una metamorfosis que exige
al individual-colectivo la apertura de
nuevos espacios sociales de orden creativo; una nueva sociedad; en síntesis, un
nuevo orden civilizatorio. De nuevo aquí nos topamos con el problema del poder.
Un poder multipolar basado en nuevas reglas del juego supeditadas a las
asociaciones estratégicas, que pulsa la redefinición de saberes hacia un nuevo
orden como: los fundamentos de un nuevo régimen de verdad.
En
este nuevo orden civilizatorio, basado en el conocimiento como factor clave de
la acumulación capitalista, el sistema educativo es puesto a prueba
sistemáticamente, en la medida en que en este nuevo orden hegemónico, no sólo
compiten los mercados, sino los modelos educativos (García Guadilla, 1995) La
gestión pública de lo educativo pasa por una fuerte tendencia de redefinición y
cambios, a propósito de la necesidad de formar un recurso humano cualitativa y
sustancialmente distinto. Se trata de la incursión planetaria de un nuevo tipo
de subjetividad basada en las nuevas Tecnologías de la Información y de la
Comunicación (TIC).
Se trata, así mismo, de la
necesidad de repensar los saberes a partir de nuestras especificidades
histórico-culturales y de nuestra noción de destino. Para ello se requerirá
algo más que la promesa del bienestar traducido al interior del proceso
educativo como panacea del cambio social. Será imprescindible que la gestión
pública educacional tome en cuenta la complejidad de dichos procesos y que
coloque la calidad de vida como factor sustantivo del despliegue político. Todo
ello en el marco de la globalización como nuevo imperativo civilizatorio y sus
resistencias en lo global (Sonntag y Arenas, 1995).
A
propósito de la globalización y el papel de los sistemas educativos, Márquez
(2000) expresa:
La
concepción de la educación por parte del discurso neoliberal, es decir su
idea de educación, tiene que ver con la forma como interpreta al hombre. En
efecto, para el proyecto educativo neoliberal, las personas son concebidas
como simples instrumentos de la producción y de la competencia en los
mercados, bajo los calificativos de recursos humanos. Esta forma de
interpretar al ser humano o capital
humano se aleja del objetivo de la educación, que no puede ser otro que el
crecimiento integral del hombre (p.94).
|
Polo (2002) en la presentación del
Seminario Internacional “Educación, globalización y democracia”, expresa al
respecto:
…la
globalización está presente en los sistemas educativos a través de la
mercantilización de las culturas, del utilitarismo, la competencia y el
individualismo. Por ello es necesaria una propuesta de globalización
alternativa que desarrolle una filosofía humanista que integre todos los
hombres y mujeres del mundo. Una educación que nos permita desarrollar unas
estructuras productivas más justas y sostenibles…
(p.10)
|
Entre
tanto se asistimos, por así decirlo, al tránsito de la Galaxia Gutenberg a la
Galaxia Internet con todas sus consecuencias (Castells, 2002) en el marco de
una vorágine de cambios signados por la amenaza unidimensional de la cultura
–una cultura que habla el idioma inglés- en el mundo multipolar. Una hegemonía
cultural que pugna por colonizar todos los espacios del pensamiento, apelando
para ello a todo tipo de desarme, principalmente en el campo intelectual. El
sheriff parece cabalgar de nuevo.
En
lo que respecta al caso de la educación en Venezuela, esta investigación
destaca sus antecedentes históricos más relevantes (período 1958-2000) con base
en sus principales logros y
cuestionamientos. Se hace una revisión del comportamiento de la
matrícula escolar durante el lapso y se destacan las principales medidas de
gestión pública educativa tomadas por los distintos gobiernos. La mirada
intenta rastrear los alcances de la gestión pública en términos de “políticas
de desarrollo”.
Un enfoque retrospectivo del
comportamiento del modelo educativo venezolano, permite identificar dos
tendencias de naturaleza contundente. En principio, luce evidente que a partir
del año 1958 se impulsó un proceso de democratización del aparato escolar
altamente significativo, cuyas implicaciones en lo político son absolutamente incuestionables.
La participación y el acceso a la oferta escolar constituyen los signos más
destacados del sistema educativo a partir de la instauración de la democracia
política.
La otra tendencia, resalta los
factores regresivos en los indicadores educativos de los últimos años, sobre la
base de una disminución progresiva de los niveles de escolaridad –alta
deserción y repitencia- y una fuerte crisis de financiamiento por parte del
Estado, fundamentalmente en lo que respecta a la educación superior. A ello se
agrega, la noción de crisis centrada en la noción de destino, pues es indudable
que los objetivos sociales de la educación no han sido repensados en el marco
de los retos que suponen la globalización, los nuevos ambientes de aprendizaje
basados en las nuevas tecnologías de la información y la competitividad
internacional.
Los indicadores que
muestran la calidad actual de la politieducación, son verdaderamente
alarmantes. La disminución de la matrícula y de la promoción, la alta
repitencia, la deserción-exclusión y el bajo rendimiento académico, muestran
dramáticamente la ineficiencia estructural del sistema educativo. Su concepción
rígida y su despliegue como un sistema simplemente escolarizado, lo convierten
en una propuesta “blanda” en relación con las necesidades y expectativas del
país. En consecuencia su administración basada en políticas incoherentes, en la
inmediatez de los problemas y en la orientación partidista de su logos
burocrático, ha hecho añicos los principios y las funciones esenciales que le
atribuyen la Constitución de la República y la Ley Orgánica de Educación (2001)
Si a esta situación se agrega el desprestigio social, político y académico de
la profesión docente así como el cuestionamiento de las instituciones
educativas por parte de la comunidad, se podrá comprender la magnitud del
problema educativo que se enfrenta.
En conclusión, la
discusión acerca de las opciones resolutivas sólo es posible si es abordada con
desprendimiento de los atributos conceptuales del modelo educativo que los
factores externos al sistema han impuesto tradicionalmente. Se precisa una
nueva concepción, que rompa la contradicción existente entre educar y
escolarizar, enseñar, hablar y repetir. Se debe relacionar de manera creativa
al sistema educativo con las formas de vida y de trabajo de los ciudadanos, a
objeto de impulsar el desarrollo integral del país en la perspectiva del
desarrollo sostenible, desigual e integrado a esto se le define como
politieducación.
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