sábado, 20 de abril de 2013

LA PILITIEDUCACIÓN NUDO CRÍTICO


La aproximación a los nudos críticos más relevantes de cualquier especificidad problemática susceptible a una investigación científica, resulta de por sí una tarea comprometedora;  más aún, si se trata de un constructo de las ciencias sociales coligado a la producción de saberes y marcado por la diversidad/complejidad del pensamiento en tiempos de incertidumbre. En este caso, el reto intelectual que nos ocupa pasa por la elaboración de un ensayo en el área de las Ciencias de la Educación, cuya finalidad consiste en expresar un aporte significativo al conocimiento y en la cual pueda mostrarse la independencia de criterio del autor en relación a la temática seleccionada (Art. N° 67, Reglamento de la Universidad Bicentenaria de Aragua; 2000) Todo ello, en concordancia con una determinada línea de investigación a la luz del estado del arte y de la cuestión.
            El eje de repensamiento seleccionado, en este caso- corresponde  a la perspectiva hermenéutico-interpretativa aplicada a la gestión pública educativa venezolana en la era democrática. Se trata de estudiar en términos generales la filosofía y políticas de la educación venezolana desde las implicaciones de la racionalidad política en movimiento, así como en la contextualidad y alcances del denominado desarrollo sustentable o sostenible. Concretamente, el supone la propuesta de un recorrido histórico y político-social de lo educativo, a partir de sus redes críticas más significativas para el
diseño de una palabra himbricada de dos conceptos; Política y Educación que da como resultado Politieducación.
            El punto de partida de la aproximación gnoseo-epistemológica, se centra en una visión  global o macro de la situación problemática de los sistemas políticos y educativos (Politieducación), como factores sociales se destacaron las orientaciones programáticas  y operacionales en sus ámbitos normativos, metodológicos y prácticos, referidos o delimitados a las políticas públicas educativas. Igualmente, se  hizo énfasis acerca del rol del docente como agente clave de estos procesos de producción de saberes y aprendizajes sociales. De allí, que los aportes de la Pedagogía Política fue esencial en la estructuración referencial del ensayo. Adicionalmente, el estudio muestra la orientación político-estratégica de los planes de la nación desde 1958 en lo atinente a planificación y gestión educacional. Bajo el método aduptivo que permite la descripción de los hechos.
            En este contexto, el análisis de la crisis de los sistemas tecnoformativos escolares y la pertinencia de los diseños curriculares son parte del objeto y el escrito. Por supuesto los documentos oficiales, leyes, discursos y programas de gobierno en la era democrática, conformaron unidades de análisis para el proceso de la razón de saberes previos.
            Dentro de este espectro, la definición de las políticas educativas se vinculó a la idea del desarrollo, cuyo estudio fue abordado en el sentido no sólo de los indicadores socioeconómicos ligados al bienestar, sino en su acepción de bienestar y calidad de vida de la sociedad; del ser humano. En este contexto se inscribe la propuesta del desarrollo sustentable, visto como marco de orientación que toma en cuenta las interrelaciones ecológico- profundas (Capra, 1992 citado en Méndez 2010) que le asignan pertinencia a la vasta complejidad social.
Si bien es evidente, que la educación no es en sí misma un factor determinante en el logro del desarrollo económico  y que requiere de un entorno más amplio y favorable para lograr objetivos relacionados con el nivel de vida (Lesourne, 1993) es indudable que ejerce un impacto de primer orden en tanto ordenamiento de la racionalidad política. Esa es su fuerza preformativa, más que la visión general que tiende a interpretarla –por razones vinculadas al ejercicio del poder- en el marco de la práctica técnica; como racionalidad técnica. De esa manera, se disfraza el sentido de lo educacional, en la medida en que se tienden a confundir –en este escenario- problemas políticos con problemas técnicos (Politieducación).
            En este mismo orden, se propone el constructo Politieducación como engranaje teórico que permite mostrar los enlaces entre educación y política. En otras palabras, se trata de lo mismo, como diría Paulo Freire. Una parte expresa a la otra; el régimen de ordenamiento social al cual responden es el mismo.

En lo que respecta a la caracterización del objeto de estudio, se estructura un resumen cuadricular en el cual se definen los criterios y los atributos más relevantes considerados en la aproximación a la situación problemática y sus alcances.

NUDOS CARACTERIZADORES POLITIEDUCATIVOS
TÍTULO: Las Políticas Educativas.
TEMA: Nudo Critico.
OBJETO DE ESTUDIO: Educación y Política.
ATRIBUTOS
CUALITATIVOS
CUANTITATIVOS
El fenómeno educativo como dirección, conducción y transformación social.
El fenómeno político como poder transformador de la sociedad.
El desarrollo de las sociedades como resultado de las políticas públicas.
Grado de impacto de las políticas educativas en Venezuela durante los gobiernos democráticos.
Nivel de Desarrollo Sustentable alcanzado en Venezuela como consecuencia de las políticas educativas.
Grado de bienestar y calidad de vida del venezolano.
Cobertura de sistema educativo.
Cobertura de los sistemas políticos en cuanto a descentralización educativa.
Porcentajes de financiamiento del sistema educativo.
Indicadores educativos más importantes    durante los gobiernos democráticos.
Indicadores de logros educativos
Índice de Desarrollo Humano.
Constructo epistémico:
Politieducación
Nota: Méndez (2013)

Con relación a los nudos caracterizadores, la complejidad de la sociedad informacional posmoderna, ha abierto nuevos escenarios y transformaciones. Estos cambios –delineados en la  insurgencia de una nueva generalidad: la sociedad del saber- establecen nuevos marcos de referencia y ambientes de aprendizaje, así como impulsan permanentemente transformaciones en la realidad vivencial humana. De allí que asistimos a nuevos encuadres de orden conceptual, filosófico, más allá de los factores preeminentes del discurso moderno. Se trata de una nueva visión de lo real vivido (socioestructural) y lo real soñado (sociosimbólico).
Por tanto, un mundo altamente complejo como el actual, expresa una profunda crisis, en la medida en que los grandes relatos que dieron consistencia al pensamiento científico han sido colocados en suspenso. El criterio de la verdad, que sirvió de marco de referencia en la razón teológica como salvoconducto para la salvación del hombre y que se constituyó en fundamento de la cientificidad moderna, tiene serias dificultades tanto para “mostrar” como “de-mostrar”  la realidad emergente de connotaciones apocalípticas. De una parte, la imagen del mundo expresa la promesa del bienestar; de otra, el malestar de la pobreza y el desencanto. La sensación de triunfo –la ética triunfante del nuevo capitalismo- y fracaso –hambre, delincuencia, exclusión social; entre otros- nos agobian en tiempo real, a pesar de los nuevos avances tecnológicos y la globalización cultural. La crisis parece ser el signo de la bestia en nuestras frentes.
Por otra parte, (Tenzer citado en Chacon 2012) señala: “estamos viviendo una crisis de inteligibilidad que no significa otra cosa que los ciudadanos de una nación no comprenden el mundo en que viven, su significado y sus valores y están desprovistos de referentes” (p.39).
Para Hopenhayn (2005) esta crisis paradigmática  de las ciencias sociales  en su conjunto -y del contenido utópico que éstas conllevan- se define tanto en su inteligibilidad como en su organicidad. En cuanto a la inteligibilidad, por la pérdida de la vigencia de tres importantes paradigmas que rigieron la investigación social desde los años ´50 hasta mediados de los ´70: el cepalismo, el marxismo ortodoxo y el enfoque dependentista.
            Esta crisis para el siglo 21 también se expresa en los estilos de abordaje de lo real, dada la incapacidad de captar la creciente complejidad de lo real con las herramientas cognoscitivas previamente consagradas; vale decir, caracterologías y fenómenos nuevos en cobertura y contundencia; se les analiza e investiga con metodologías sincrónicas, sin tomar en cuenta la evolución del objeto de estudio. Esta visión cierra el espacio a toda perspectiva integradora del saber; a toda pulsión holística  del acontecer investigativo.
            Por otra parte, es evidente que la revolución científica-técnica ha marcado una determinada pauta de transformación social, con base en una nueva noción de subjetividad. En ese escenario, juegan fuerte las variables políticas, en la medida en que se posicionan nuevas reglas de ordenamiento del poder mundial que interpelan los fundamentos filosóficos y científicos de la vida moderna. Podría decirse que se asoman allí las tensiones de fuerza del nuevo capitalismo que pulsan por redefinir o reajustar los modos de producción de saberes establecidos. De modo que la educación –que es ratio política en movimiento- constituye el eslabón más marcado por los reajustes estructurales que se imponen como estrategia de dominación político-cultural. Todo se trastoca entonces; todo se coloca a revisión. En ese orden argumental, Toffler (1995) señala: “el nuevo conocimiento, soportado en la ciencia y las tecnologías ultramodernas, ha dado la vuelta al mundo que conocíamos; ha sacudido los pilares del poder que le mantenían en su sitio” (p.535).
            Tanto es así, que las persistentes ideas del cambio y la transformación social en estos tiempos de globalización  revolucionan casi todos los órdenes a nivel mundial. Al respecto el mismo autor (1995) expresa: “desde la vida empresarial, laboral, científica, política, social; hasta tocar al hombre en una de sus actividades necesarias: la educación” (p.26). Esta afirmación muestra la situación problemática cuando, de manera taxativa, delinea un panorama confuso, complejo y conflictivo con asomos de comportamientos signados por lo disímil y lo heterogéneo.
            En lo colectivo, las sociedades actuales han sido testigos de conmociones violentas para deponer regímenes autoritarios y a la par ocurren revoluciones pacificas para cambiar gobiernos; pero contradictoriamente, en lo individual en las grandes urbes el ciudadano parece estar inmerso en la modalidad del “nada me importa”. El objetivo predominante parece consistir en obtener -así no se logre- un bien material a costa de lo que sea.  Esta premisa de naturaleza moral, hace que el ser humano refleje la impresión de estar bloqueado éticamente a toda posibilidad de ser y de autorrealización.
También, los modelos políticos basados en el discurso de  la pluralidad, diversidad y heterogeneidad como catalizadores de una nueva ciudadanía, sólo tendrán sentido para el ciudadano común –en el contexto de esta visión de crisis- en la medida en que centren sus estrategias de gestión pública en el ser humano; en sus necesidades y aspiraciones; en los requerimientos sustantivos de su vida cotidiana y en los enlaces con su entorno social. 
            El cambio de poder aludido por Toffler, radica en el conocimiento; en su transformación y producción constantes. Ello supone una metamorfosis que exige al   individual-colectivo la apertura de nuevos espacios sociales de orden creativo; una nueva sociedad; en síntesis, un nuevo orden civilizatorio. De nuevo aquí nos topamos con el problema del poder. Un poder multipolar basado en nuevas reglas del juego supeditadas a las asociaciones estratégicas, que pulsa la redefinición de saberes hacia un nuevo orden como: los fundamentos de un nuevo régimen de verdad.
            En este nuevo orden civilizatorio, basado en el conocimiento como factor clave de la acumulación capitalista, el sistema educativo es puesto a prueba sistemáticamente, en la medida en que en este nuevo orden hegemónico, no sólo compiten los mercados, sino los modelos educativos (García Guadilla, 1995) La gestión pública de lo educativo pasa por una fuerte tendencia de redefinición y cambios, a propósito de la necesidad de formar un recurso humano cualitativa y sustancialmente distinto. Se trata de la incursión planetaria de un nuevo tipo de subjetividad basada en las nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC).
Se trata, así mismo, de la necesidad de repensar los saberes a partir de nuestras especificidades histórico-culturales y de nuestra noción de destino. Para ello se requerirá algo más que la promesa del bienestar traducido al interior del proceso educativo como panacea del cambio social. Será imprescindible que la gestión pública educacional tome en cuenta la complejidad de dichos procesos y que coloque la calidad de vida como factor sustantivo del despliegue político. Todo ello en el marco de la globalización como nuevo imperativo civilizatorio y sus resistencias en lo global (Sonntag y Arenas, 1995).
            A propósito de la globalización y el papel de los sistemas educativos, Márquez (2000) expresa:

La concepción de la educación por parte del discurso neoliberal, es decir su idea de educación, tiene que ver con la forma como interpreta al hombre. En efecto, para el proyecto educativo neoliberal, las personas son concebidas como simples instrumentos de la producción y de la competencia en los mercados, bajo los calificativos de recursos humanos. Esta forma de interpretar al ser humano  o capital humano se aleja del objetivo de la educación, que no puede ser otro que el crecimiento integral del hombre (p.94).
           
Polo (2002) en la presentación del Seminario Internacional “Educación, globalización y democracia”, expresa al respecto:

…la globalización está presente en los sistemas educativos a través de la mercantilización de las culturas, del utilitarismo, la competencia y el individualismo. Por ello es necesaria una propuesta de globalización alternativa que desarrolle una filosofía humanista que integre todos los hombres y mujeres del mundo. Una educación que nos permita desarrollar unas estructuras productivas más justas y sostenibles… (p.10)

            Entre tanto se asistimos, por así decirlo, al tránsito de la Galaxia Gutenberg a la Galaxia Internet con todas sus consecuencias (Castells, 2002) en el marco de una vorágine de cambios signados por la amenaza unidimensional de la cultura –una cultura que habla el idioma inglés- en el mundo multipolar. Una hegemonía cultural que pugna por colonizar todos los espacios del pensamiento, apelando para ello a todo tipo de desarme, principalmente en el campo intelectual. El sheriff parece cabalgar de nuevo.
            En lo que respecta al caso de la educación en Venezuela, esta investigación destaca sus antecedentes históricos más relevantes (período 1958-2000) con base en sus principales logros y  cuestionamientos. Se hace una revisión del comportamiento de la matrícula escolar durante el lapso y se destacan las principales medidas de gestión pública educativa tomadas por los distintos gobiernos. La mirada intenta rastrear los alcances de la gestión pública en términos de “políticas de desarrollo”.

Un enfoque retrospectivo del comportamiento del modelo educativo venezolano, permite identificar dos tendencias de naturaleza contundente. En principio, luce evidente que a partir del año 1958 se impulsó un proceso de democratización del aparato escolar altamente significativo, cuyas implicaciones en lo político son absolutamente incuestionables. La participación y el acceso a la oferta escolar constituyen los signos más destacados del sistema educativo a partir de la instauración de la democracia política.
La otra tendencia, resalta los factores regresivos en los indicadores educativos de los últimos años, sobre la base de una disminución progresiva de los niveles de escolaridad –alta deserción y repitencia- y una fuerte crisis de financiamiento por parte del Estado, fundamentalmente en lo que respecta a la educación superior. A ello se agrega, la noción de crisis centrada en la noción de destino, pues es indudable que los objetivos sociales de la educación no han sido repensados en el marco de los retos que suponen la globalización, los nuevos ambientes de aprendizaje basados en las nuevas tecnologías de la información y la competitividad internacional.
            Los indicadores que muestran la calidad actual de la politieducación, son verdaderamente alarmantes. La disminución de la matrícula y de la promoción, la alta repitencia, la deserción-exclusión y el bajo rendimiento académico, muestran dramáticamente la ineficiencia estructural del sistema educativo. Su concepción rígida y su despliegue como un sistema simplemente escolarizado, lo convierten en una propuesta “blanda” en relación con las necesidades y expectativas del país. En consecuencia su administración basada en políticas incoherentes, en la inmediatez de los problemas y en la orientación partidista de su logos burocrático, ha hecho añicos los principios y las funciones esenciales que le atribuyen la Constitución de la República y la Ley Orgánica de Educación (2001) Si a esta situación se agrega el desprestigio social, político y académico de la profesión docente así como el cuestionamiento de las instituciones educativas por parte de la comunidad, se podrá comprender la magnitud del problema educativo que se enfrenta.
            En conclusión, la discusión acerca de las opciones resolutivas sólo es posible si es abordada con desprendimiento de los atributos conceptuales del modelo educativo que los factores externos al sistema han impuesto tradicionalmente. Se precisa una nueva concepción, que rompa la contradicción existente entre educar y escolarizar, enseñar, hablar y repetir. Se debe relacionar de manera creativa al sistema educativo con las formas de vida y de trabajo de los ciudadanos, a objeto de impulsar el desarrollo integral del país en la perspectiva del desarrollo sostenible, desigual e integrado a esto se le define como politieducación.



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